miércoles, 25 de septiembre de 2013

Quita a pucha, amigo

                   Bosque de abedules, Iván Shishkin (1871)

Quita a pucha, amigo,
que xa o reiseñor
vai cantando no bosque
ferido de amor.

Vai cantando no bosque:
¿quén atal vivirá?
As bágoas que verque
mollan o seu cantar.

Quita a monteira, amigo,
que xa o reiseñor
dixo: qué cedo a lúa!,
ferido de amor.

Álvaro Cunqueiro
(Cantiga nova que se chama riveira, 1933)

Versión al castellano de Un poema cada día

Quítate el sombrero, amigo,
que ya el ruiseñor
está cantando en el bosque
herido de amor.

Está cantando en el bosque:
¿quién a tal vivirá?
Las lágrimas que vierte
mojan su cantar.

Quítate la montera, amigo,
que ya el ruiseñor
dijo: ¡qué temprano la luna!,
herido de amor.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

De vegades és necessari i forçós

          El espantapájaros, Joaquim Vayreda (1843-1894)

De vegades és necessari i forçós
que un home mori per un poble,
però mai no ha de morir tot un poble
per un home sol:
recorda sempre això, Sepharad.
Fes que siguin segurs els ponts del diàleg
i mira de comprendre i estimar
les raons i les parles diverses dels teus fills.
Que la pluja caigui a poc a poc en els sembrats
i l'aire passi com una estesa mà
suau i molt benigna damunt els amples camps.
Que Sepharad visqui eternament
en l'ordre i en la pau, en el treball,
en la difícil i merescuda
llibertat.

Salvador Espriu
(La pell de brau, 1960)

Versión al castellano de Un poema cada día.

A veces es necesario y forzoso
que un hombre muera por un pueblo,
pero nunca ha de morir todo un pueblo
por un hombre solo:
recuerda siempre esto, Sefarad.
Haz que sean seguros los puentes del diálogo
y trata de comprender y amar
las razones y las hablas diversas de tus hijos.
Que la lluvia caiga poco a poco en los sembrados
y el aire pase como una extendida mano
suave y muy benigna sobre los amplios campos.
Que Sefarad viva eternamente
en el orden y en la paz, en el trabajo,
en la difícil y merecida
libertad.

(La piel de toro, 1960)

sábado, 14 de septiembre de 2013

Siempre la claridad viene del cielo

                             Otoño dorado, Isaac Levitan (1895)

Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo esto es un don, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.


Claudio Rodríguez
(Don de la ebriedad, 1953)
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