domingo, 25 de febrero de 2024

Malagueñas

                       Sevilla. El baile, Joaquín Sorolla (1915)

Yo pensaba haber cogido
la naranja y el azahar...
Con hacer leña del tronco
me tuve que contentar.

No solo canta el que canta, 
que también canta el que llora...
No hay penita ni alegría
que se quede sin su copla.

Han alargado tu calle,
que ahora llega hasta la plaza,
y antes no llegaba más 
que a la puerta de tu casa.

Ya te lo decía yo
que aquello se acabaría:
que en la casa de los pobres
dura poco la alegría.

Manuel Machado
(Cante hondo, 1912)

sábado, 17 de febrero de 2024

Frescas guirnaldas de rosas

                          El beso, Francesco Hayez (1859)

                          MARÍA
Frescas guirnaldas de rosas
en los arcos colocad;
cubrid de lirios el suelo
y mi cámara adornad
con manojos de claveles
y con ramos de azahar,
que mi amor regresa y gusta
entre flores reposar. [...]
¡Don Pedro!

                           PEDRO
                       ¡Doña María,
felices ojos que van
a verte después de tantas
horas que ciegos están! [...]

                           MARÍA
¡Mi corazón va a romperse
de tanta felicidad!
¿Cómo llegasteis tan pronto?

                           PEDRO
Un deseo de mirar
tus pupilas, de sentirte
entre mis brazos temblar
me acometió de repente...
Volví rienda a mi alazán...
Nadie sabe mi partida
ni nadie me ha visto entrar... [...]

                           MARÍA
¡Oh dulces verdades y tiernas mentiras!
¡Qué alegres mis manos en tus manos presas!
Se apagan mis ojos si tú no los miras;
se secan mis labios si tú no los besas...
A tu lado todo de gozo florece...
¡Viéndome en tus ojos recobro la calma,
porque al verme en ellos, señor, me parece
que miro mi alma dentro de tu alma!

Francisco Villaespesa
(Doña María de Padilla, 1913)

domingo, 11 de febrero de 2024

Las violetas

Jóvenes recogiendo flores junto a un río, John William Waterhouse (1909)

Esmaltan el contorno entero de la fuente,
Y son cual pebeteros que aroman la corriente.
Recogiéndolas sufro por la glotona pena
De que no quepan todas en mi canasta llena.

Allí las plantó un mago para que cada moza
Que llene en esas fuentes sus ánforas de loza
Sienta la tentación de prenderlas al seno
Como en un raro búcaro opulento y moreno.

¿Quieres tú una? Aspírala. ¡Si parecen de miel
Y dejan largo rato su perfume en la piel!
Exprímela en los labios. ¡Qué picante sabor!

Juraría que guarda cada cáliz, amor.
Tal vez por eso un mago las plantó allí en la fuente
Para hacer algún filtro con la clara corriente.

Juana de Ibarbourou
(Las lenguas de diamante, 1919)

jueves, 1 de febrero de 2024

Adiós a las vistas

            Lago de Lugano desde el puente Tresa, Janus la Cour (1875)

No guardo rencor a la primavera
por haber vuelto.
No la culpo
de cumplir con sus deberes
año tras año.

Comprendo que mi tristeza
no detendrá el verdor.
Si la hierba vacila
se debe solo al viento.

No me duele que los alisos
inclinados sobre el agua
vuelvan a tener con que susurrar.

Acepto de buen grado
que —como si aún vivieras—
la orilla de cierto lago
siga tan bella como antes.

No les reprocho a las vistas
las vistas a una bahía
deslumbrada por el sol.

Incluso soy capaz de imaginar
que unos no-nosotros
están en este momento sentados
en el tronco caído de un abedul.

Respeto su derecho
al bisbiseo, a la risa
y al silencio feliz.

Incluso les supongo
por amor unidos,
y que él la rodea
con un brazo vivo.

Algo súbito, algo pajaril
cruje entre el juncal.
De corazón les deseo
que lo oigan.

No pido cambios
a las olas de la orilla,
ora ágiles, ora perezosas,
que, a mí, no me obedecen.

No exijo nada
del remanso del bosque,
ya esmeralda,
ya zafiro,
ya negro.

Solo con un detalle no me conformo.
Con mi propio regreso al lugar.
Con el privilegio de la presencia.
Presento mi renuncia.

No he vivido más que tú,
sino solo lo bastante
para pensar de lejos.

Wisława Szymborska
(Fin y principio, 1993)

[Traducción de Ana Mª Moix y Jerzy Wojciech Slawomirski]

sábado, 27 de enero de 2024

Los cisnes

                  Un lago en Long Island, William Merritt Chase (1890)

                                               I

    ¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello
al paso de los tristes y errantes soñadores?
¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello,
tiránico a las aguas e impasible a las flores?
    Yo te saludo ahora como en versos latinos
te saludara antaño Publio Ovidio Nasón.
Los mismos ruiseñores cantan los mismos trinos,
y en diferentes lenguas es la misma canción.
    A vosotros mi lengua no debe ser extraña.
A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez...
Soy un hijo de América, soy un nieto de España...
Quevedo pudo hablaros en verso en Aranjuez. 
    Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas
den a las frentes pálidas sus caricias más puras, 
y alejen vuestras blancas figuras pintorescas
de nuestras mentes tristes las ideas oscuras.
    Brumas septentrionales nos llenan de tristezas,
se mueren nuestras rosas, se agostan nuestras palmas,
casi no hay ilusiones para nuestras cabezas,
y somos los mendigos de nuestras pobres almas.
    Nos predican la guerra con águilas feroces,
gerifaltes de antaño revienen a los puños,
mas no brillan las glorias de las antiguas hoces,
ni hay Rodrigos ni Jaimes, ni hay Alfonsos ni Nuños.
    Faltos de los alientos que dan las grandes cosas,
¿qué haremos los poetas sino buscar tus lagos?
A falta de laureles son muy dulces las rosas,
y a falta de victorias busquemos los halagos.
    La América española como la España entera
fija está en el Oriente de su fatal destino;
yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera
con la interrogación de tu cuello divino.
    ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?
    He lanzado mi grito, Cisnes, entre vosotros, 
que habéis sido los fieles en la desilusión,
mientras siento una fuga de americanos potros
y el estertor postrero de un caduco león...
    ...Y un Cisne negro dijo: «La noche anuncia el día».
Y uno blanco: «¡La aurora es inmortal, la aurora
es inmortal!» ¡Oh tierras de sol y de armonía,
aún guarda la Esperanza la caja de Pandora!

Rubén Darío
(Cantos de vida y esperanza, 1905)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...